Entrevista al chef Jordi Cruz
Tres estrellas Michelin, juez de la primera edición de Master Chef España, Jordi Cruz (Barcelona, 1978) no pueden encontrarle defectos. Sí, chef.
- Empezó
cocinando a los siete años con unas judías para su madre. ¿Estaban buenas?
- Eran judías cocidas en agua con sus
patatitas, aceite de oliva y sal. ¡Estaban ricas! Mi mamá estaba enferma y no
podía darle algo malo...
- ¿Qué siguió
cocinando?
- Me encantaban los espaguetis a la
boloñesa y lo de ser cocinero me viene por eso. Los primeros fueron una pelota
de carne y tomate que por dentro estaba cruda. Mi madre me enseñó a dorar la
cebollita, a asar la carne, a echar la pimienta, a hacer la salsa, a cocinar
los sabores... Mi madre me lo explicó fácil y lo vi muy claro. Entendí que el
éxito de la cocina está en los detalles. No entendía las matemáticas, pero esto
sí.
- ¿La primera
clase de todo cocinero son unos espaguetis?
- Sí, pero esto es como las tortillas o
los huevos fritos. Parece sencillo, pero hacer unos buenos espaguetis, unos
buenos huevos fritos o una tortilla es muy complicado.
- ¿Qué hace
falta para triunfar entre fogones?
- Años. Años de humildad, de trabajo
duro... Es una profesión que exige sacrificio.
- ¿Cuál fue
su mayor error?
- ¡He cometido tantos! Pero uno de los
talentos que tiene que tener un cocinero, precisamente, es minimizar esos
errores.
- ¿Y su mayor
acierto?
- Tener claro mi oficio desde muy
pequeño.
- ¿Cuando le
dijeron 'no, chef'?
- Pues... nunca.
- Esta
pregunta se la he copiado a Ramón Arangüena. ¿Qué fue de su agria polémica con
Pepe, su compañero de jurado?
-(Risas) Nooooo. Somos amigos. Pero
cuando dos cocineros se ponen a pelar 50 kilos de patatas y se aburren, se
miran y se pican para ver quién acaba antes. Con Pepe pasaba esto.
-En Master
Chef, ¿era un poli bueno haciendo de poli menos bueno?
-Noooo. Yo me he comportado como soy,
como me comporto en mi cocina.
- Ilustre al
lector.
-Si lo haces bien, te abrazo. Si lo
haces mal, y encima es por pereza o por falta de interés, te crujo.
- En la mesa,
¿qué le da repelús?
- Los bichos, aunque tengan muchas
proteínas. Cuando se esclafan contra el coche vuelvo a comprobar que no me
apetece comerme lo que llevan dentro... No le veo la gracia a una cucaracha
frita y clavada en un palo. Ni aunque esté al caramelo.
- ¿De qué era
su último bocadillo?
- ¡De jamón ibérico, hombre! Pero para
bocadillo, es mejor el jamón serrano. Así, con su tomate. El jamón ibérico es
para comérselo solo.
- Entre pizza
y hamburguesa...
- ¡Hamburguesa! Además, se quema más
fácil...
- ¿Qué cena
un día como hoy?
- Poca cosa. Cuando hay tanto trabajo y
vemos tanta comida, ceno poco, algo de fruta o verdura. Como me apetece algo
dulce, pues me como una fruta para no comerme una tableta de chocolate.
- ¿Usted es
más flan o más crocanti?
- Esta pregunta... Yo no me considero un
flan.
- ¿Un plato
para seducir?
- El que más le guste a la persona que
se lo va a comer. El mero acto de descubrirlo ya es un acto de cariño. ¡Hay
mujeres a las que no les gusta el chocolate!
- Y a usted,
¿qué plato le seduce?
- Puedes maravillarme con una buena
lechuga larga que lleve un buen aceite del año y sal.
- En un
consejo de ministros, ¿qué serviría?
- Lo mismo que en misa... Unas hostias.
Ahora en verano unas migas o unas gachas, también. Que suden.
- ¿Una receta
contra la crisis?
- Ir a comprar.
- ¿A quién le
gustaría darle de comer?
- A Scarlett Johansson (risas). Pero
darle unos azotes, mejor... En serio, me merece más respeto ese chaval que
ahorra tres meses para venir a mi casa a comer que esa persona que lo tiene
fácil y ha comido tanto que ya no va a apreciarlo.
- ¿Qué le importa
un comino?
- Aquello que no puedo controlar.
- ¿Qué
conserva con cariño?
- Soy muy apegado al pasado. Por
ejemplo, tengo 40 chaquetillas de chef que guardo con mucho cariño.
-¿Qué añora?
- Los platos de la infancia. El gazpacho
de mi madre, por ejemplo, está igual de bueno pero me recuerda a épocas y
momentos que ya no volverán.
- ¿Un
consejo?
- Ser positivos y tener los pies en el
suelo. Este país lo sacaremos adelante sin lamentarnos. Con dos pelotas. Soy
del vaso medio lleno.
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